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Peniley Ramírez Fernández

15/02/2017 - 12:00 am

Paula Sánchez y la injusticia prolongada

Han pasado seis años. En la Universidad donde estudia, pocos chicos saben que la misma Paula que camina entre ellos es la niña que fue atacada salvajemente en su casa de La Calera, en Puebla, la misma cuya sangre ocultó que estaba viva.

Han pasado seis años. En la Universidad donde estudia, pocos chicos saben que la misma Paula que camina entre ellos es la niña que fue atacada salvajemente en su casa de La Calera, en Puebla, la misma cuya sangre ocultó que estaba viva. Foto: Shutersstock

Paula habla de su caso como si se tratase de otra persona. Cuando relata las diligencias que ella, su madre y sus hermanos hacen por la vida tratando de obtener justicia, parece que contara el relato de otra víctima, alguien que sí murió esa noche en su casa, después de que siete hombres la violaran.

Han pasado seis años. En la Universidad donde estudia, pocos chicos saben que la misma Paula que camina entre ellos es la niña que fue atacada salvajemente en su casa de La Calera, en Puebla, la misma cuya sangre ocultó que estaba viva.

Pocos saben, si la ven con su larga cabellera, que detrás de su sonrisa tímida está uno de los casos más emblemáticos de feminicidio en México. Lo suyo es eso, un feminicidio que no se concretó. Ella es una sobreviviente de esa violencia, de la saña de quienes la creyeron muerta.

Cuatro años atrás, Paula y su familia ganaron un amparo para que sus agresores fueran reaprehendidos. Ya habían detenido al principal atacante una vez, cuando la chica los reconoció, después de haber hecho un retrato hablado. Solo estuvo 24 horas en la cárcel. En aquel momento, salió con un pretexto inverosímil: las autoridades dijeron a la familia que no creían que el señor fuera culpable.

Ahora, cuando acude a las oficinas ministeriales con su madre, una empleada distraída suele mirar con desgana en la computadora. Les dice que su caso ya no está vigente, que no aparece en los registros. “¿Cómo no va a estar vigente, si no lo han agarrado?, dice Paula mientras conversamos en un café de la Ciudad de México.

El año pasado, publiqué en este mismo espacio una columna sobre su caso. En aquel momento, habíamos intercambiado solo algunas palabras durante el velorio y el entierro de su padre, ocurrido en 2015, producto de infarto provocado por las continuas amenazas del mismo grupo que la atacó.

Conocía los detalles por sus padres, quienes dedicaron varias horas a explicar su expediente y los hallazgos que ellos habían logrado por su cuenta. Estos hallazgos indicaban que detrás de la violación y del prestamista, que según ellos la ordenó, había una gran trama de corrupción que toca a funcionarios de alto nivel en el gobierno de Rafael Moreno Valle.

Con el inicio de este año, Paula decidió que quería hacer viral su caso. Creó una cuenta de Facebook, en la que colocó como foto de perfil el retrato hablado que hizo de su atacante, con un cartel que anuncia: este fue el maldito que me destrozó mi vida.

Esta vez Paula no sólo aceptó que se contara su historia contando los peores detalles, y su nombre. También quiere que se conozca viralmente su caso, para que la procuraduría poblana no lo archive.

En el último mes, ella y su familia acudieron a la Cámara de Diputados, a relatar su calvario a varios asesores del partido Morena. Esta semana, según les informaron, el diputado Rodrigo Abdala, de Puebla, presentará un punto de acuerdo exigiendo a la procuraduría de Puebla que consigne el expediente.

Un funcionario de la procuraduría, que se identificó como el ministerio público Rolando González, les atendió para informarles que el caso ya está “terminado”, que pueden demorarse hasta diez años en detener a los culpables y que solo tenían que ejecutar las ordenes de aprehensión.

Cuando la madre de Paula le reclamó que en las computadoras de la procuraduría el expediente aparece como “no vigente”, González les dijo que quizá se trataba de un error administrativo, pero que ellos seguían trabajando. Antes de despedirse, les informó que las enviaría con un psicólogo, porque ellas lo que necesitaban era terapia.

Esta reunión legó a Paula y su familia más miedo que esperanza. Sintieron que se trataba de una advertencia, de una forma de ubicarlas.

Con la llegada del nuevo gobierno a Puebla, encabezado por José Antonio Gali, los funcionarios claves en la impunidad de este caso se mantienen en sus puestos. Son los mismos funcionarios que han atendido, sin respuesta, los 81 feminicidios cometidos en este estado durante el gobierno de Moreno Valle, ahora aspirante a la presidencia por el Partido Acción Nacional.

En su pequeño mundo de miedo y coraje, Paula quiere viajar, mirar fuera de las cuatro paredes de su dolor. Al mismo tiempo, otra chispa la inclina en la búsqueda de respuestas sobre la noche que cambió su vida, sobre la muerte de su padre. Quiere que su caso se convierta en la bandera para esos otros, en los que ya nada sobreviene al silencio.

Peniley Ramírez Fernández
Peniley Ramírez Fernández es periodista. Trabaja como corresponsal en México de Univisión Investiga.

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